martes, 25 de diciembre de 2012

ES NAVIDAD, ¿Y QUÉ?

           Bueno, pues sí señor, es Navidad. El “espíritu navideño” nos “obliga” a felicitar, sonreír, besar y abrazar, en su mayoría a personas con las que no sólo no compartes ningún sentimiento sino que además, muchas veces, son seres con los que los 364 días del año restante no te nace intercambiar ni un pequeño guiño. Pero parece que hoy toca “ser bueno”, potenciar el cinismo y encumbrar la hipocresía.
 
          La religión ha escampado en la sociedad civilizada independientemente de tu religiosidad o agnosticismo. Unos celebran el nacimiento de un “niño” en una cueva hace más de 2000 años, cuando diariamente nacen miles de niños a los que ni tan siquiera se les ofrece unas condiciones dignas de vida y por los que especialmente esos mismos no hacen nada.  Otros celebran que éstas son las verdaderas vacaciones invernales o simplemente que estamos vivos; pero tantos unos como otros parecemos obligados a ser felices.
 
        Sí, eso tan platónicamente asumible de intentar vivir con sonrisa permanente y el corazón henchido. A estas edades todos sabemos que la felicidad son momentos, poder sumar momentos entrañables deja en paz el alma, pero cuando creces es precisamente este espíritu navideño el que anida momentos depresivos, el que ensalza morriñas, nostalgias, silencios y ausencias.

         Esas ausencias que cada vez son más numerosas y más dolorosas. Esos silencios que todos los días duelen, pero que especialmente ahora, cuando estamos obligados a compartir mesa y mantel con los que queremos, se hacen más inefables. Los hogares donde escampan los más pequeños los dolores se aminoran, es su ilusión nuestro motor pero también es su sonrisa la que nos invade de recuerdos nuestro propio libro de vivencias por la añoranza de un tiempo donde éramos nosotros los nerviosos por los regalos, la visita al circo o el paseo familiar por la feria.
             Un tiempo donde también imaginábamos una sociedad que hoy está siendo desmantelada por muchos que hoy  felicitan, pegan palmadas en el hombro y reparten besos, abrazos y esos mensajes chorras en washap o en internet a borbotones y sin sentido. Una sociedad que está siendo desmontada en sus valores en parte por la ausencia precisamente de la solidaridad y humanidad que este día parece escampar por todos lados.
        Dijo Charles Dickens “Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año", no voy a ser ilusa, no voy a pedir tanto; pero si sólo unas semanas a lo largo de todo el año fuéramos (o fueran quienes deben de serlo) un poco más humanos y solidarios y esa “Navidad” que ellos veneran anidará de verdad en sus corazones y en sus decisiones entonces, sólo entonces podría creer en este “espíritu navideño”. 
              Pero hasta que ese día llegue sólo desearé a los que lo merecen unas Buenas Fiestas de Invierno.

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